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BOGOTÁ: FALLECIÓ EL MAESTRO JAIME LLANO GONZÁLEZ

“No estudié, porque en ese entonces sólo se enseñaba órgano clásico en el Conservatorio. Mi ilusión era tocar la música colombiana en un instrumento que sonaba muy bonito. Entonces, nunca tuve un profesor porque no había quien tocara música popular en órgano”, explicó Jaime Llano González, intérprete de la música colombiana, quien ha dedicado su vida a tan meritoria tarea.

A Jaime Llano niño le gustaba la música. Afición por cierto, muy bien encausada por su madre, importante maestra de piano de Titiribí, Antioquia, su pueblo natal. Cuenta el Maestro que los ejercicios que le ponía a hacer eran especialmente pasillos y valses, al principio y luego, bambucos, los más complicados.

Para el organista Jaime Llano González era obvio que el mejor punto de operaciones para su profesión fuera Bogotá, ciudad donde vivió por más de 50 años en un hogar donde definitivamente todas las costumbres son “paisas”, las de los fríjoles, las arepas y el infaltable aguardiente.

Al principio le dio duro la llegada a Bogotá, y por un tiempo aceptó irse a Pereira, donde las costumbres eran parecidos a las de Medellín. Allí trabajó en una emisora, pero viendo que no podía levantar cabeza, regresó a la capital. 

Su Titiribí natal

El 5 de junio de 1932 nació el Maestro Jaime Llano González, en el hogar de Luis Eduardo Llano y Magdalena González. En Titiribí, conoció el conjunto musical en el que un primo de su madre que era ciego, tocaba magistralmente el tiple, lo que dejó maravillado al niño Jaime de ese entonces. 

“Mi madre me enseñó que para tocar música colombiana era absolutamente necesario tocar tiple, porque era el que le daba el sabor colombiano”. Finalmente, el tiple le gustó y le sigue gustando, por eso siempre se verá en sus discos, la presencia de este instrumento.

Al poco tiempo comenzó a estudiar piano con su progenitora. Siguió estudiando su bachillerato y empezó su carrera de Medicina en la Universidad de Antioquia, la que abandonó a los dos años, por dificultades de diferente índole.

“Me decidí a tocar órgano, gracias a haber venido a un sitio donde los importaban”. Con los años vino a Bogotá tras un empleo como vendedor en J. Glottmann, almacén que los importaba”. Lo aprendió por su cuenta, atraído porque con él se podía cambiar los sonidos, tocar bajos y manejar con pedales. 

Dedicando buena parte de su tiempo a los estudios serios, paulatinamente ascendió hasta ocupar el primer lugar entre los organistas colombianos.

No más sé tocar tres piezas …”, le dijo Jaime Llano a su primer empleador como organista, un santandereano de nombre Pedro Rueda Mantilla propietario del capitalino Bar La Cabaña, quien le dio la mano y creyó en él.

Pronto conoció a Julio Sánchez Venegas, el publicista director de la Voz de Colombia, quien lo llevó a tocar a la emisora; a su vez conoció a la cantante Berenice Chávez, que lo presentó en la emisora Nueva Granada al Maestro Oriol Rangel, congeniando a tal manera que al poco tiempo, conformaron un conjunto musical. Esto fue en 1956, cuando asumió la dirección de la Orquesta Nueva Granada, acompañando al desfile de artistas que ocupaban estos micrófonos.

Con el grupo integrado por el propio Maestro Llano como organista y director musical, Manuel J. Bernal, pianista y organista, Felipe Henao, pianista; los Hermanos Martínez, Jaime y Mario; Paquito con las maracas, Célis, al bajo, trabajó por 14 años en Radio Santa Fe en un programa en vivo llamado Fantasía. 

Pronto el auge que tuvo la televisión, relegó a segundo plano la sintonía radial. Al ser invitado a su inauguración, poco después fue llamado a realizar un programa de RCN TV; luego, pasó a “Así es Colombia”, bajo la dirección de Juvenal Betancourt y posteriormente, a “Tierra Colombiana”, con Eucario Bermúdez.

A pesar que no es una carrera de satisfacciones económicas, sí lo es de humanas. “Se da uno cuenta de lo buena que es la gente colombiana. Son satisfacciones que no compensan ningún dinero”.

Buen lector y amante de oír música se considera, decía que curiosamente la gente dedicada a la música, “Se consagran a su instrumento, pero no la disfrutan como oyentes”.

Aunque ha compuesto algunas piezas, no se siente como tal. “Me siento muy satisfecho tocando la música de tantos compositores que poseen una vena musical grande, pero no saben  tocar un instrumento, ni cantar. Me enorgullece hacer populares composiciones inéditas que de otra manera, quedarían anónimas”. 

Jaime Llano afirmaba que “Soy bambuquero. No sé por qué, si en realidad es el más complicado”. Jaime Llano no entiende que compositores como Antonio Maria Peñalosa e incluso el Maestro Lucho Bermúdez, dijeran que era un ritmo mal hecho. “Es que no hay sino que haber nacido en Antioquia para entenderlo”.

De sus magistrales arreglos musicales recibieron su acompañamiento al órgano, en los principales estudios fonográficos, cantantes tan famosos del catálogo nacional como Obdulio y Julián, Garzón y Collazos, el Dueto de Antaño, Carlos Julio Ramírez, Alberto Granados, Alberto Osorio, Lucho Ramírez y Víctor Hugo Ayala,  Carmiña Gallo y Berenice Chaves. Y formó dupletas admirables, al teclado, en los estudios de emisoras y sets de televisión, y de sellos grabadores, con colegas suyos como Oriol Rangel, los hermanos Manuel J. y Alejandro Bernal, Francisco Cristancho y Jorge Camargo. Grabó más de sesenta discos de larga duración. Sus antologías reposan en los anaqueles de miles de coleccionistas. El fue uno de los mejores discómanos. En su casa bogotana no cabe un álbum más.

 

Artículo con textos de www.colombia.com y www.lapatria.com