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José A. Morales: Raigambre campesina en la ciudad

Texto original de Egberto Bermúdez, publicado por la revista Credencial en su edición de Diciembre de 1999

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La carrera de compositor de José A. Morales (El Socorro, marzo 1 de 1914 – Bogotá, septiembre 22 de 1978) comienza en Santander en 1936 con la composición de canciones y tangos, después de haberse iniciado con músicos profesionales del lugar y con el maestro José de Jesús Vargas. Poco después, su especialidad en la composición de canciones y el creciente auge de los géneros nacionales como el pasillo y el bambuco lo llevaron a Bogotá, en donde se estableció y desarrolló hasta su muerte su actividad de compositor.

En esa misma época se comienza a perfilar en los ambientes artísticos como acompañante de Francisco (Pacho) Benavides, conocido interprete del requinto, y por su asocio al nutrido grupo de músicos que a través de diferentes programas de radio dieron especial realce a la canción nacional. A comienzos de la década de los cuarenta comenzó a ganar reconocimiento nacional el dueto de Darío Garzón y Eduardo Collazos (aparecido unos años atrás en Ibagué), nombres a los que la obra musical de Morales se halla fuertemente asociada. Garzón y Collazos se vincularon a la naciente Sonolux a comienzos de la década de los cincuenta, y aproximadamente en 1954 grabaron el bambuco María Antonia y Pueblito viejo, éxitos inmediatos y paradigma de la obra musical de Morales. El autor mismo narró la génesis de su famoso bambuco en el campo de la montaña santandereana y su relato está enraizado en el viejo quehacer de cantor ambulante y popular, centrado en el manejo de la versificación y de la creación de episodios dramáticos, sentimentales, heroicos o satíricos, es decir, la antigua tradición del romancero hispánico medieval.

A mediados de los años cincuenta, el fortalecimiento de Sonolux en Medellín con el regreso de Garzón y Collazos después de un breve interludio en Sello Vergara (compañía competidora de Bogotá) lanzaron a la fama nacional a Morales, consagrado ya también en 1953 como intérprete, en el papel de acompañante en la grabación del disco de larga duración Canta un tiple, del ya mencionado Benavides. Luego vinieron bambucos como Campesina santandereana y Tiplecito bambuquero, pasillos como Doña Rosario y Camino viejo, y María Helena y Alba Luz entre sus danzas.

Al igual que otros compositores, Morales se vinculó a Sonolux como relacionista público y mantuvo una intensa labor radial, siendo una de las figuras más reconocidas del mundo de la música popular en la capital. Esta es la época de Pescador, lucero y río y Ayer me echaron del pueblo, ésta última finalista en el Festival de la Canción en Villavicencio en 1962, aunque siempre fue promocionada como la canción ganadora. Su temática recordaba otros textos de canciones que tocaban la situación del campo colombiano, que atravesaba un profundo proceso de cambio, y denunciaba en un lenguaje directo y lleno de giros campesinos las injusticias de la aún no superada condición servil del campesino de muchas regiones del país. Sin embargo, la sinceridad del nacionalismo de dicho festival no alcanzó para que la canción fuese aceptada como ganadora, justamente por alejarse del lenguaje idílico y nativista usado por quienes desde la ciudad idealizaban al campesino, como los europeos había hecho siglos atrás con el “buen salvaje” americano.

Las canciones de Morales, junto con las de otros de sus contemporáneos, constituyen el repertorio por excelencia de la canción popular colombiana de mediados de siglo, cercana por su temática y su lenguaje al inmediato ancestro campesino de la gran mayoría de la población de inmigrantes, que justo en ese momento multiplicaron varias veces las cifras de los habitantes de las principales ciudades del país