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ANTONIETA MERCURI, MÁS QUE UN LEGADO TEATRAL

Artículo publicado originalmente en www.eldiario.com.co por Hugo Correa Londoño*
El Diario del Otún

Antonieta Mercuri (Toñita), fue la profesora de teatro que influyó de manera puntual en la formación de más de una generación de pereiranos y de los movimientos sociales en el eje cafetero, entre los años 1968 y 1981; época en que se desempeñó como directora y dramaturga del grupo de teatro del Instituto de Bellas Artes adscrito a la Universidad Tecnológica de Pereira.
¿Quién era y cómo era esa mujer menuda, de apariencia frágil, que se derretía ante una tierna imagen y describía cualquier situación en una secuencia de cuadros hablados como en una película o una obra de teatro, fallecida el pasado 18 de febrero de 2012 en Cali?: Era la misma que de igual forma se indignaba ante cualquier injusticia y se solidarizaba en las luchas colectivas que emprendía cualquier sector de nuestra sociedad (obreros, empleados bancarios, profesores o médicos).
De sus dotes y conocimiento del teatro, abonados por su inocencia, calidez y ternura, que consolidó en la forma de entregar su trabajo a quienes tuvimos la fortuna de ser sus estudiantes (actores y actrices) ¿trabajadores del arte?, a través de ese ciclo de nuestra historia.

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Fuimos testigos con Mario Hernán Salazar (q.ep.d.), Luis Fernando Montoya, El flaco Marín, Martha Montes, Lilián Salazar, Helmer Zapata, Fabio Castiblanco, Reyna Sánchez, Jorge Ramírez, Hernán Acuña, Manuel Correa, Jairo Santa, Mario Rabagli, Jaime González, John Jairo Posada entre otros, y todos de una manera u otra hemos permanecido fieles a ese legado.
Su fino oído se iba tras el canto de un pájaro, el sonido de una chicharra o una nota de una voz o un piano o cualquier otro instrumento musical; con su olfato nos llevaba al trote en búsqueda del pan recién salido en un saludo maravillado ante ese alimento primario del hombre. ¡Señor buseta, señor buseta! Advertía Toñita, con su voz para que la esperaran mientras se aproximaba al vehículo, sus acompañantes reíamos de buena gana con esos actos atropellados de un inconveniente menor.
-¡John Jairo, me bota ese chicle por entre un tubo (decía con desespero) y se integra al ensayo para repasar los cuadros de la obra! –
-¿Toñita y dónde está el tubo?-
– Mario, para qué quiere un tubo-
-¡Para que John Jairo bote el chicle! (risas de todo el grupo por la ocurrencia que ella acompañaba a celebrar con un gesto risueño, entrecerrando sus ojos).

El ensayo tenia ocurrencia entre las 6:30 y 10 p.m. entre lunes y viernes (en uno los salones de administración de la curia aledaña de la parroquia de la Claret), que quedaba al fondo en un segundo o tercer piso, arrendado a la Universidad Tecnológica; nos tenían que sacar de allí por la avanzado de la noche; cuando el montaje apremiaba y las jornadas se extendían a un ritmo vertiginoso, empleábamos los fines de semana y tomábamos los puentes para jornadas de ensayos entre ocho de la mañana a siete de la noche; de igual manera lo hacía con los seminarios y conferencias que Antonieta conseguía con dramaturgos y otros artistas para enriquecer nuestra formación actoral; mucho de esos gastos cuando no los reconocía la universidad ella los cancelaba de sus propios recursos; había que conseguir la firma y número de la cédula de los taxistas que nos trasportaban o de los señores de las cafeterías donde tomábamos algún café y ellos no entendían el por qué y a regañadientes firmaban y a duras penas nos daban el número de la cédula.
Esa misma mujer parecía había asimilado todo el dolor del mundo, lo reflejaba en su rostro, en las cuencas de su ojos, en su llanto detenido; no hubo atropello, herida o injusticia que le fueran ajenos

Origen y formación
La joven Mercuri, estudió cinco años de solfeo y piano en el conservatorio de Cali, cuatro años de teatro en la Universidad del Valle, allí se integro allí TEC y disputó y ganó la beca del Icetex para estudiar en Roma, al lado de grandes actores como Gian Carlo Giannini, en la Academia Nacional Silvio D´Amico, Academia Persae y Giancarlo; a mediados de la década del 60 fue consagrada con el premio nacional como mejor actriz de carácter.
El eje cafetero fue testigo de su influencia en el teatro. Regresó de Italia después de haber ganado en franca lid una beca que disputó con Fanny Mickey, cuando coincidieron como actrices en el TEC de Cali; con esa experiencia y formación tuvo la opción de ser la mejor actriz del país o trasmitir sus conocimientos y optó por lo segundo, así como antes había optado no ser una más de las niñas de bien en las páginas sociales de la elite caleña; en ello debió influir el ejemplo de su padre el médico italiano, Iginio Mercuri, quien había echado sus raíces en Pereira en el año 1927, para más tarde contraer nupcias con Doña Angélica Vásquez Botero, y nombrado Cónsul de Italia en Cali en 1946, fijando su residencia en el exclusivo sector de Juanambú donde educó a sus tres hijos: Diana, Antonieta y Líbero, todos estos naturales de nuestra ciudad.
“El Doctor Mercuri, además de izquierdista, era anticlerical, más su preparación, jovialidad e inteligencia le permitieron ser amigo de curas y arzobispos con los cuales además sostenía con erudición y profundidad acaloradas discusiones teológicas y filosóficas”, de esta manera, describe el Dr. Jorge Grisales Pérez, al padre de Antonieta en su libro “Cien años de la medicina en Pereira”.
Conocedora de su oficio y volcada su experiencia a un trabajo de investigación colectiva que ella dirigió y fundamentó a quienes tuvimos la fortuna de ser sus estudiantes, trasladó los límites de las tablas a cualquier espacio donde el teatro y sus montajes lo necesitaran, fue precusora en nuestro país del teatro del oprimido o teatro Foro o de Arena, teatro reconocido en Europa a Augusto Boal.

Personalidad
Para hablar de Antonieta Mercuri, actriz y dramaturga pereirana, es necesario destacarla desde su maravillosa personalidad, su calidad humana que ante todo desbordaba y trascendía en todos sus actos como compromiso esencial de vida; aun su obra no ha tenido el reconocimiento que merece; para los años ochenta en el eje cafetero su trabajo maduraba a la par de lo que en Cali representó Enrique Buenaventura y en Bogotá Santiago García.
Con el montaje de la obra “Contratanto”, sobrepasamos el millar de presentaciones, no hubo paro o huelga del magisterio, obreros o empleados que no apreciara este ágil montaje, con el cual tuvimos que ver casi todos los actores que pasamos por el grupo de teatro del Instituto de Bellas Artes de la UTP de Pereira.
Las técnicas del teatro de Brecht y Stanislavsky, fueron retomadas por Toñita, para su quehacer teatral, con lo justo de vestuario y mínimos elementos, y la introspección del personaje, nos orientó para montar obras como: “Monte Calvo, Los fusiles de la madre Carrar, Los Tejedores, Bananeras, La comuna de París, Los papeles del infierno, La madre, Volverán las oscuras golondrinas, Antígona, La Celestina, El sol subterráneo, En este pueblo no hay ladrones y Nosotros los juglares”, dramaturgia de gran reconocimiento por críticos y público. La obra de García Márquez fue acogida en varios de sus puestas en escena, culminando con una elaborada interpretación de “El Otoño del patriarca” en el año 1977.
En el año 1981, renunció presionada por la administración del rector Cardona en la UTP; ni ASPU ni las organizaciones políticas que se beneficiaron de su labor en la Universidad Tecnológica, entendieron ese momento y la dejaron a su suerte; retornó para mediados de los 80s a la Sultana del Valle y allí se puso el reto de emerger como juglar para seguir con su trabajo social, de denuncia y como Defensora de Derechos Humanos; sola con su tambora, su voz y su canto se desplazó por el país para acompañar los llamados de sectores sociales y sindicatos.
La obra dramatúrgica de Antonieta esta en mora de ser estudiada, la Universidad Tecnológica de Pereira. bien podría pensar en una cátedra que llevara su nombre para emprender tal proyecto, la gesta de esa maestra y la influencia de su dramaturgia en nuestro contorno cafetero no debe de seguir inadvertido por las nuevas generaciones de teatreros.

En el Sesquicentanario de Pereira, a lado de otros grandes de la cultura como Luis Carlos González, los hermanos Hernando y Lucy Tejada, Alfonso Marín; en justicia debe de aparecer el nombre de Antonieta Mercuri Vásquez con especial referencia a su trabajo de compromiso y de entrega pero sobre todo a la “calidad humana” que ella irradió en su quehacer teatral y de vida.
Bogotá, 11 de febrero de 2013.

Obra dramatúrgica de Antonieta Mercuri Vásquez (1968-1981)

El globo (Fernando González)
En algún lugar es de noche (Gustavo Andrade)
La billetera (Mirebeau)
Panoramas olvidados
La autopsia – La maestra – La requisa (Enrique Buenaventura)
El coronel no tiene quien le escriba (G. García Márquez)
Los fusiles de la madre Carrar (B. Brecht)
La antesala (Carlos José Reyes)
Farsa del buen remendón y ricacho (anónimo medieval) Grupo Infantil
Bananeras (Grupo Acción)
Canción de navidad (Ch. Dickens) Grupo Infantil.
El pueblo (adaptación propia sobre aspectos Garciamarquianos)
Épocas paralelas (Marina Jaramillo) Grupo Infantil
Solo Bolivia (Trabajo Investigativo AMV)
Contratanto (Libre Teatro Libre – Argentina)
El gallo canta a la media noche – Cuento chino (adaptación JLA)
A la diestra de Dios padre (Carrasquilla Buenaventura)
Galileo Galilei (B. Brecht)
Sancho Gobernador (Alejandro Casona) Grupo Infantil
La maratón del engaño (Investigación grupo AMV)
Atabí (Fernando González Cajiao)
Los tejedores (Hautpamn) 1975
Los días de la comuna (B. Brecht) 1976
Volverán las oscuras golondrinas (Recopilación de textos AMV) 1977
El otoño del patriarca (adaptación teatral AMV) 1977
La Celestina (Fernando de Rojas – E. Buenaventura) 1977
Antígona (Sófocles – Brecht) 1978
El sol subterráneo (Jairo Aníbal Niño) 1978
La madre (Maximo Gorki) 1979
Nosotros Los Juglares (Investigación literatura oral AMV) 1980
El Escorial (Michael de Gelderau) 1980
La piedra de la felicidad (Carlos José Reyes)
El grito de los ahorcados (Gilberto Martínez)
Cali 1971 (trabajo investigativo AMV) 1980