GENERAL

CARTA SOBRE EL ENCUENTRO DE EXPRESIONES AUTÓCTONAS ORGANIZADO POR FUNMUSICA

Por considerarlo de interés general, comparto la carta pública, enviada por el Sr. Alvaro Gartner a las directivas de FUNMUSICA, organizadores del Festival Mono Núñez y del Encuentro de Expresiones Autóctonas:

Doctor
JULIÁN SALCEDO CABAL
Presidente Junta Directiva
Doctor
BERNARDO MEJÍA TASCÓN
Presidente Ejecutivo
Fundación Promúsica Nacional, Funmúsica
E.S.M.

Muy apreciados amigos:
Hace apenas unas horas finalizó la trigésima octava versión del Festival ‘Mono Núñez’ con el consabido éxito, dadas la calidad de los concursantes, en términos generales; la variedad de la oferta artística y la afluencia de público a los escenarios dispuestos para ello. Incluso, fue notoria la asistencia al XVII Encuentro de Expresiones Autóctonas.
Yo mismo he regresado de Ginebra al mediodía de hoy, con la satisfacción del deber cumplido en el voluntariado que con tanto amor presto a la causa colombianista que ustedes promueven con tanta entrega. También volví profundamente dolido con el tratamiento que Funmúsica está dando año tras a ese encuentro. Por estas razones:
1. Escenario de mal en peor
Hace varios años las expresiones autóctonas fueron sacadas del coliseo, el templo dedi¬cado teóricamente a todos los artistas que llegan a Ginebra. Desde entonces, se buscó darle un escena-rio digno, como lo fueron el Parque Recreacional y el mismo colegio de La Salle, a pesar de sus limitaciones. Pero este año el certamen fue aventado malamente en Asomig, un galpón en obra negra, sucio, remendado, oscuro y con temperaturas de horno, donde comité técnico, artistas y público sudaron lo suyo por parejo. Funmúsica lo consideró digno de los músicos campesinos colombianos, pero imagino que por nada del mundo llevarían allí al aplaudido Clássico La¬tino o cualquiera de los argentinos que cada año llegan en mayor número a Ginebra.
2. Las dificultades de la organización
Bien pudiera comenzar por enumerar las dificultades en medio de las cuales el comité técnico selecciona cada año los grupos participantes, pero sus integrantes se sobreponen a ellas para mantener los propósitos del certamen. Es que si en la junta directiva no hay conciencia de lo que el encuentro conlleva, menos la hay en la mayor parte de delegados que nada hace por el encuen-tro o inscribe agrupaciones que no reúnen los requisitos. A pesar de todo, se conserva la calidad.
3. Expresiones no tiene dolientes
Quienes estamos cerca, tenemos la sensación de que en Funmúsica (excepto Bernardo Mejía) no hay interés en el Encuentro de Expresiones Autóctonas. Es notoria la ausencia de un doliente que desde la parte administrativa se ponga al frente de las cosas para verificar que todo funcione. Cierto es que se cuenta con una persona capaz, llena de voluntad y entrega como lo es Gloria Reyes, pero esa niña no tiene ningún poder de decisión, su jerarquía está al nivel de guía y es, en la práctica, quien hace los mandados. Nada más. Bien se le podría delegar en el futuro el montaje de cada versión desde varios meses antes, pues conoce el proceso.
4. Ausencia total de directivos
Ya que hablo de ausencias, cómo son de evidentes las de todos los miembros de la junta en el encuentro. No se les ve la cara. No asoman para saber cómo va o si hubo certamen. Ni siquiera para entregar los diplomas (no sé si todavía los dan) y los obsequios en la clausura del domingo. Al único que disculpo es a Bernardo Mejía, pues por su condición de director del festival debe atender otros frentes cuando se aproxima la gran final del concurso.
Imagino que para los integrantes de la junta resulte poco atractivo ir al encuentro, pues qué ro-ce social podrían tener con campesinos, que por negros o indios o pobres nos están recordando a todos unos orígenes de los cuales muchos quieren olvidarse. Además, corren el riesgo de apren¬der de temas de los que deberían saber, pues durante todo el año toman decisiones sobre ellos.
5. Un manto de silencio por el encuentro
Mientras todas y cada una de las actividades del Festival ‘Mono Núñez’ gozan de profusa di-fusión, y a mí como periodista me llaman directivos y exdirectivos a pedirme y decirme qué debo o no anunciar, en torno del Encuentro de Expresiones Autóctonas hay un sospechoso manto de silencio. Los presentadores del coliseo, con su gran poder de convocatoria, no dicen una sola palabra de si hay o no hay o dónde se hace o qué grupos vinieron. Nada. Es como si les hubieran prohibido decir algo o como si se les hubiera contagiado la vergüenza que deben sentir los direc-tivos de Funmúsica con un certamen que es único en Colombia.
Para ratificar lo atrás afirmado, ¿cuántas palabras dedicaste al Encuentro de Expresiones Autóctonas, Julián, en tu discurso de clausura de la versión 38 el domingo 10? ¡Ni una! Ni lo incluiste siquiera en la larga lista de hacedores del festival. A menos que quedara implícito en la frase “y otros que se me olvidan”, lo cual sería revelador de la verdadera importancia que el certa-men tiene para ustedes. Con esa actitud, ¿cómo pedirles a los presentadores que digan algo?
6. El desconcierto de los artistas empíricos
Cada año los integrantes del comité técnico de Expresiones Autóctonas nos enfrentamos a preguntas de los artistas invitados, que no tenemos cómo responder, porque no está en nuestras manos resolverlo: ¿Por qué no los invitan al coliseo? ¿Por qué no los dejan presentarse allí? ¿No son dignos de ese escenario? Y cada año proponen: son cuatro sesiones y somos cuatro grupos. Que cada noche nos dejen salir a cantar dos cancioncitas…
Cómo ven de lejano e inaccesible el coliseo ‘Gerardo Arellano’ esos artistas, cuyo único pe-cado es ser campesinos autóctonos, depositarios de culturas ancestrales, que cantan músicas pro-pias y no ajenas (o plagiadas), y lo hacen sin arreglos raros ni fusiones de dos pesos, ni andan por a

hí pavoneándose, como lo hacen ciertos integrantes de las numerosas chisgas que se arman para ir a Ginebra a cazar premios, cuando les importa un pito la música colombiana. Porque esos sí gozan de los mimos, complacencias y atenciones de algunos miembros de la junta. ¿O no?
7. El asombro del público
A pesar de la nula difusión; de las deplorables condiciones en que el certamen se lleva a cabo y de la coincidencia con otros espectáculos musicales, el Encuentro de Expresiones Autóctonas no sólo atrae público, sino que tiene público cautivo. El mismo que se extasía, abre su corazón, aplaude entusiasmado y redescubre su identidad, y a la vez se asombra y entristece con el ostra-cismo en que lo tienen sumido y no entienden porqué los presentadores del coliseo no se dignan mencionarlo.
Para darles mediana idea de la importancia del encuentro, reproduzco las palabras de una se-ñora, dichas en el taller del sábado por la mañana, justamente cuando se quejaba de lo atrás plan-teado, queja que es casi unánime: “Uno al coliseo va a entretenerse. Aquí se viene a aprender”. Y hasta propuso que a los concursantes se les obligue a asistir a los talleres, para que aprendan de dónde vienen las músicas que algunos después destrozan en el escenario central, en medio de los aplausos de una platea tan exigente como ignorante musicalmente.
8. Un tesoro dilapidado
El Encuentro de Expresiones Autóctonas carece de memoria. Los inmensos tesoros que allí afloran no son grabados ni filmados, pues se les considera indignos de figurar en los discos de cada festival. Los mismos en los que aparecen piezas merecedoras de piadoso olvido y flagrantes plagios con los cuales algunos musiquetes logran notoriedad. Y los invito a que me digan que eso no es así, porque les recordaré el bochornoso caso de Ensamble Tríptico y su grosero robo de un pajarillo venezolano, hecho reconocido y aceptado por el Comité Técnico de Funmúsica, que en respuesta a ello autocensuró sus obligaciones de defender la ética artística y de exigir limpieza en la obtención de los triunfos.
Si el encuentro quedara registrado, hoy Funmúsica tendría una de las audiotecas y videotecas más completas y extensas de la zona andina colombiana, de la cual podría no sólo extraer mate¬rial para discos y videos, sino estimular procesos de investigación. Y hasta evitaría que a los verdaderos investigadores les roben su trabajo como se los roban.
9. La extranjerización galopante
Uno de los aspectos que más duele es ver cómo los grupos o artistas extranjeros que llegan a Ginebra, gozan de las mismas atenciones y prelaciones que se les niega a los del Encuentro de Expresiones Autóctonas. Y eso que estos tienen mucho más qué ofrecer en contenido y calidad que aquellos, algunos de los cuales, verdaderos desconocidos, llegan en plan de aventura.
De esa manera, el gran Festival ‘Mono Núñez’ se está convirtiendo en una agencia promotora o una simple concesionaria del Festival de Cosquín, gerenciada por una folcloróloga de reciente cuño, que mientras dirigió Funmúsica le hizo la guerra al folclor colombiano. Ahora se la hace impulsando artistas extranjeros en el mismo corazón de la música andina, con la dichosa gratitud de todos los que allá carecen de criterio… y de orgullo patrio.
Cada vez que veo esto, me pregunto si en Cosquín relegarían a segundo plano a ningún artista argentino, por humilde y campesino que sea, para dar prelación a un colombiano, por bueno que pueda ser. Todos sabemos que eso no es así. Allá primero es Argentina. ¿Por qué aquí no puede ser primero lo autóctono colombiano?
Por todo lo anterior, aún me queman los oídos tus frases, Julián, pronunciadas anoche durante el discurso de clausura. Dijiste, palabra más, palabra menos: “No entiendo porqué las músicas universales tienen prelación sobre las músicas vernáculas en nuestro país”, al cuestionar la distri-bución de los presupuestos públicos de la cultura. Te pregunto: ¿por qué son cuestionables en el Ministerio de Cultura y en la Secretaría de Cultura del Valle unas prioridades que Funmúsica misma establece dentro de su organización?
Es que yo no entiendo porqué las músicas latinoamericanas tienen prelación sobre las expre-siones autóctonas en el Festival ‘Mono Núñez’. Mientras esto siga siendo así, entenderé tus pala-bras, mi querido Julián, como mera retórica para arrancar aplausos de una galería propensa a ovacionar todo. Puro efectismo.
Y sigo preguntándome qué busca Funmúsica con ese tratamiento denigrante y de quinta que da al Encuentro de Expresiones Autóctonas. ¿Dejarlo que muera en una agonía lenta y dolorosa que sólo hará quedar en evidencia la fundación, que en otros aspectos y frentes es tan eficaz? Quedarían mucho mejor todos sus miembros si lo terminan de una vez, dando la explicación que les provoque, sin engañar a numerosos campesinos que sueñan con ser invitados a Ginebra, ni desgastar a un comité técnico que no ha hecho sino trabajar con amor, dedicación y conocimien-tos, sin exigir contraprestación alguna. (Advierto: estoy hablando a nombre mío, no del comité).
Sé que la reacción primaria será responder con silencio esta carta. Eso protege la dignidad, pero concede, y yo lo que quiero es debatir sanamente el futuro de un certamen entrañable como el Encuentro de Expresiones Autóctonas. Por eso, los invito cordialmente a analizar lo afirmado, pues lo dije con espíritu constructivo.
Y si consideran que fui desobligante, tienen absoluta libertad de relevarme de mis funciones en el comité. Lo entenderé, porque es difícil sentarse al lado de quien dice verdades dolorosas. Y me iré con la satisfacción del deber cumplido, cerrando un ciclo de 29 años con un festival en el cual no me faltó sino concursar.
Nada de lo dicho disminuye mi sincero aprecio por ustedes dos, Julián y Bernardo, y por algu-nas personas de la fundación (las que conozco), ni la mayúscula admiración que siento por la labor que adelantan en pro de la música colombiana, con todo y errores, atribuibles a la falible condición humana, no a mala fe, inexistente en ustedes.
Un gran abrazo,

Álvaro Gärtner,
Comité de Expresiones Autóctonas


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