GENERAL

En el día mundial de la poesía, Porfirio Barba Jacob

¿Qué es poesía?
– El pensamiento divino
hecho melodía humana… 
Porfirio Barba Jacob fue el último y más famoso de los seudónimos del poeta y periodista antioqueño Miguel Angel Osorio Benítez (Santa Rosa de Osos, 1883 – Ciudad de México, 1942). Con este seudónimo y con el de Ricardo Arenales firmó todos sus poemas. El de Ricardo Arenales lo adoptó en Barranquilla en 1906, al inicio de un largo peregrinaje que le llevó por múltiples ciudades de países de las tres Américas, y lo usó hasta 1922 cuando, en Guatemala, se lo cambió por el de Porfirio Barba Jacob, que conservé hasta su muerte. Sus artículos periodísticos, aparecidos en una veintena de publicaciones del continente, no llevan firma, o están firmados ocasionalmente con otros seudónimos: Juan Sin Miedo, Juan Sin Tierra, Juan Azteca, Junius, Cálifax, Almafuerte (que también usó el poeta argentino Pedro Palacios), El Corresponsal Viajero… En cuanto al de Maín Ximénez, más que un seudónimo fue el personaje de un gran poema o drama que se le quedó en proyecto. Estos cambios de nombre, al igual que su movilidad geográfica, son buen reflejo de su natural inconstancia y de su perenne ansia de renovación. Ya al final de su vida pensaba cambiarse el de Porfirio Barba-Jacob por el Juan Pedro Pablo, para borrarse en el nombre de todos con el nombre de nadie.


CANCIÓN DE LA VIDA PROFUNDA

Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,

como las leves briznas al viento y al azar…

Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonría…

La vida es clara, undívaga y abierta como un mar…

Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,

como en Abril el campo, que tiembla de pasión;

bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,

el alma está brotando florestas de ilusión.

Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,

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como la entraña obscura de obscuro pedernal;

la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,

en rútilas monedas tasando el bien y el mal.

Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos…

-¡niñez en el crepúsculo! ¡lagunas de zafir! –

que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,

¡y hasta las propias penas! nos hacen sonreír…

Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,

que nos depara en vano su carne la mujer;

tras de ceñir un talle y acariciar un seno,

la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.

Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,

como en las noches lúgubres el llanto del pinar:

el alma gime entonces bajo el dolor del mundo,

y acaso ni Dios mismo nos pueda consolar.

Mas hay también ¡oh Tierra! un día… un día… un día…

en que levamos anclas para jamás volver;

un día en que discurren vientos ineluctables…

¡Un día en que ya nadie nos puede retener!


Porfirio Barba-Jacob


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