NO TODO LO QUE ES ORO… BRILLA
Como si se tratara del ambiente natural de una selva, con esos sonidos de tambores y marimbas que estremecen el alma y que hacen pensar en la cultura afrodescendiente, tan marcada en nuestro entorno, pero tan poco reconocida, Pedro Ruiz recrea, con sus pinturas y con la puesta escena de la exposición a través de música autóctona, el maravilloso mundo selvático que rescata la biodiversidad y las inmensas maravillas escondidas en la fauna y la flora colombiana.
Es imposible no contagiarse de sentimiento admirando cada una de sus pequeñas pinturas, tanto que para encontrar los detalles es necesario entrar con lupa al Museo de Arte de Pereira, lugar donde expone su arte hasta marzo del presente año.
Una sala oscura revela el brillo de sus obras, todas con fondo dorado que resaltan la belleza de sus finos movimientos con el pincel, pues detrás de un árbol habrá un pájaro casi desapercibido para el ojo humano, o en una mujer chapolera detalles decorativos en su diminuto rostro.
Y a estos destellos dorados los acompaña la música afrodescendiente que hace la pareja perfecta con ese mundo que cuenta a través de canoas que llevan el mundo, la cultura y la madre tierra a cuestas.
“Oro, espíritu y naturaleza de un territorio”, es la denominación que el artista le ha dado a esta espléndida colección de cuadros que muestra precisamente eso, las vivencias y la cotidianidad de afrodescendientes e indígenas.
Sobre la obra, William Ospina manifiesta: “Quizás lo más importante de estas comprobaciones es su serenidad. Otros ponen el énfasis en los ramalazos de crueldad y de tiniebla que arrebatan vidas y tierras, otros aspiran a denunciar y a sobrecoger. Estos cuadros de Pedro Ruiz nos dicen que el esplendor va en fuga, que nosotros mismos vamos en fuga, que el tiempo es también un río y que sólo en el arte el río permanece.
Cada quien puede contraer la pupila sobre estas ilusiones de color y extraer sus propias conclusiones. El artista se permite soñar con libertad e incluso se atreve a hacerlo, contra las convenciones de la época, en un lenguaje reposado y clásico.
El río se va. Sobre su quieta superficie, las canoas, árboles que han olvidado sus raíces, quieren irse igual. Y se van en ellos los remeros.
Pero lo más inquietante es que los paisajes quieren irse también, hasta las montañas quisieran participar de esa fuga silenciosa, hasta los pájaros, hasta las obras de arte, hasta los versos, la realidad entera quiere irse bajo esa bruma de oro que lo envuelve todo y que de algún modo también lo abruma todo.
Este pensamiento que irrumpe, proponiéndonos un mundo quieto que huye, también sabe hacernos sentir el vértigo de nuestras jornadas. Responde a esa estética de finas percepciones y de lentas metamorfosis que describe el poema de Robert Frost, “nada que sea dorado permanece”.
Sobre el artista
Pedro Ruiz nació en 1957 en la ciudad de Bogotá donde reside actualmente. Adelantó sus estudios de arte en la Escuela de Bellas Artes de París, pero durante los 5 años que vivió en esta ciudad, asistió de manera cotidiana al “Atelier 17” donde adquirió un conocimiento extenso en las técnicas del grabado y las teorías de su fundador el maestro Stanley William Hayter.
De vuelta en Bogotá decidió trabajar por un tiempo en la agencia publicitaria Mc Cann Erickson donde llegó a desempeñar el cargo de Director Artístico.
De manera simultánea trabaja la pintura y la ilustración de libros y publicaciones.
En 1988 recibe una mención de honor en el Salón Nacional de Artistas de Colombia.
Sus exposiciones individuales incluyen trabajos para las galerías “The Americas Collection” en Miami y Casas Riegner en Miami y Bogotá y en el Museo de Arte Moderno de Bogotá y Museo de Arte Moderno de Cartagena de Indias. Sus exposiciones colectivas abarcan un número extenso de galerías e instituciones a nivel nacional e internacional.
En 1999 organizó un evento cultural llamado “La biblioteca natural” donde fueron invitados más de 35 artistas y personajes de la vida cultural del país para confrontar sus conocimientos y sus oficios.
Dentro de un recinto especialmente concebido para la ocasión, se pudo apreciar todo un “diálogo” de saberes que incluían el conocimiento chamanístico y la cultura material de algunos pueblos de la región amazónica.
Esta experiencia le permite a Pedro Ruiz, conformar el colectivo “Nadieopina” en el año 2000.
Este grupo realiza proyectos de carácter participativo acordes con las ideas más actuales del arte contemporáneo.
En el 2002 el grupo ganó la convocatoria para las exposiciones de la Galería Santa Fé, una prestigiosa institución gubernamental.
Su exposición
“Oro, espíritu y naturaleza de un territorio”, conformada por 30 cuadros de pequeño formato, insinúa los aspectos cotidianos que dan el testimonio a los valores e invita a reflexionar acerca de un paradigma diferente respecto a la violencia y a la identidad colombiana.
Cada pintura va acompañada de relatos, versos, canciones y objetos que complementarán las ideas a lo largo del proceso de exhibición.
Sin duda, una de sus obras más exitosa que ha llevado por diferentes ciudades de Colombia, intentando crear conciencia sobre nuestra cotidianidad y sobre aquellos detalles desapercibidos por el afán del hoy, pero existentes en la imagen más vulnerable y humilde de la naturaleza humana.
Vale la pena acercarse al Museo de Arte de Pereira y entrar en un oscuro laberinto de música y cultura, del que no se desearía salir hasta consumir cada parte de sus cuadros.
Artículo publicado por Johana Molano
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