LUCHO BERMÚDEZ, 100 AÑOS DE SU NATALICIO
Esta reseña del gran músico colombiano Luis Eduardo Bermúdez Acosta la abrimos con las palabras de Hollman Morales en un artículo publicado hace ya varios años: “Con Lucho Bermúdez nació el ritmo nacional. El hizo vibrar al país por encima de partidos políticos y credos religiosos. El pasado de muchos colombianos menores de 50 años está irremediablemente ligado a sus canciones. Su orquesta nos dio personalidad musical y nos internacionalizó con ese sabor costeño originario de Carmen de Bolívar.
Escuchar sus interpretaciones significa retornar al pasado de los abuelos, del chocolate de las cinco de la tarde y de la voz de Bobby Ruiz entonando “El mochilón”. El viejo Lucho es sinónimo de rumba. Y cada nota suya tiene un genuino sabor criollo. Lucho Bermúdez, clarinetista y compositor, es considerado uno de los más importantes intérpretes y compositores de música popular colombiana del siglo XX.
La importancia de su obra musical radica en haber adaptado ritmos tradicionales colombianos como la Cumbia y el Porro, en ritmos modernos que se convertirían en símbolos de identidad nacional desde la década de los treintas. Lucho Bermúdez fue uno de los primeros innovadores que experimentaron con la adaptación de éstos ritmos locales del Caribe Colombiano, y que los adaptaron al lenguaje musical contemporáneo de la época. Su obra tuvo gran impacto en otros países de América Latina.
Lucho Bermúdez fue tal vez el principal responsable por haber hecho que la Cumbia y el Porro se convirtieran en estandartes de la música colombiana a nivel internacional desde la década del 40. Su obra musical siempre estuvo profundamente influenciada por los porros y fandangos interpretados por las bandas de los pueblos cercanos a Barranquilla y Cartagena. Bermúdez nació el 25 de enero de 1912 en Carmen de Bolívar. Su formación musical empezó a los seis años tocando flautín. Sus primeras composiciones fueron marchas para bandas militares y algunos valses como “Lágrimas de una madre”, compuestas a sus once años. Desde niño, participó en bandas militares como la de Santa Marta, Aracataca, y la banda municipal de Chiriguaná, en lo que fue su director. Luego de 18 años de permanencia en Santa Marta viaja a Cartagena, donde dirige la Orquesto “A No. 1”, del maestro Pianeta Pitalúa, uno de los pioneros del porro y de los sones costeños. Allí se vincula a Radio Cartagena y colabora en las primeras grabaciones de discos en Colombia realizadas en la emisora Fuentes, y realiza su primera grabación: el porro “Marbella”. Posteriormente viajó a Bogotá para grabar con su “Orquesta del Caribe” fundada en 1939. Su música de Cumbia, Fandangos, Mapalés, y Gaitas, tuvo gran acogida en la capital, y desde allí fue difundida al resto del país a través de la incipiente industria radial.
En 1946 viajó a grabar a Buenos Aires en compañía de Matilde Díaz, la voz que le dio un estilo y una identidad propia a su música. Desde allí su obra empezó a ser difundida en otros países de América Latina, como Cuba, México, Perú, y Argentina. Después de varios meses de viajes y grabaciones Lucho Bermúdez se instaló en Medellín y formó su orquesta “Orquesta de Lucho Bermúdez” de la cual hacía parte el compositor Alex Tobar. Como Medellín era entonces la sede discográfica más importante del país, allí grabó y lanzó temas que se volvieron legendarios en la discografía colombiana como “Salsipuedes” y “San Fernando”.
En 1950, Lucho Bermúdez fue a grabar a México, donde conoció y trabajó con músicos como Benny Moré, Dámaso Pérez Prado y Tito Rodríguez, entre otros. En este país Bermúdez grabó alrededor de 80 discos.
En 1951 se trasladó a Cuba (considerada en ese entonces como el centro musical más importante de América Latina) por invitación de Ernesto Lecuona, donde trabajó y grabó por más de seis meses con agrupaciones como La Sonora Matancera, Los Billo’s Caracas Boys, y Los Melódicos, entre otros. Posteriormente regresó a Bogotá donde trabajaría con su orquesta hasta el 23 de abril de 1994, fecha de su muerte.
Lucho Bermúdez fue un compositor muy versátil y prolífico. Se especializó en la composición de porros, cumbias, gaitas, fandangos, mapalés, paseos y merengues, todos ellos ritmos de la Costa Caribe Colombiana. Adicionalmente trabajó con música del interior del país como torbellinos, pasillos y joropos. También experimentó con géneros populares de otros países como el bossa-nova, el tango, el mambo, chirivicos, chachachás, jazz y pasodobles. Inventó nuevos ritmos como el tumbasón y el patacumbia. En su repertorio encontramos también salsas, guarachas, jalaítos, rancheras, cumbiones, danzonetes, sonsonetes, paseos.
Su obra es sobretodo reconocida por sus gaitas, boleros, pasillos, patacumbia, y tumbasones, descritos a continuación:
GAITA: Lucho Bermúdez es uno de los pilares de la música costeña. A él se le debe el auge de la gaita, un ritmo derivado de la cumbia. En los gaitas de Lucho se introduce un solo de clarinete, como en los conciertos sinfónicos. Aquí cabe resaltar la profunda influencio del jazz. Uno de sus primeras gaitas fue “Roberto Méndez”, y entre sus gaitas se encuentran: “Taganga”, “La gaita”, “Gaiteando”, “Minarete”, “Los primos Sánchez”.
BOLEROS: compuso boleros que hallaron su máxima expresión en la voz de Matilde Díaz: “Embeleso”, “Te busco” (bolero guajira).
PORROS: “Kalamary”, “Salsipuedes”, “Borrachera”, “Carmen de Bolívar”, “Caracolí”, “Porro operático”.
PASILLOS INSTRUMENTALES: se destacan “Huracán” y “Espíritu Colombiano”.
TUMBASÓN: este ritmo fue ideado por el maestro Lucho y era básicamente un juego de percusión. Constantemente se encontraba en una búsqueda de formas melódicas y rítmicas. Este ritmo lo lanzó en 1960.
PATACUMBIA: este ritmo es un híbrido, creado por el maestro y tomado del Pata-pata africano, al cual Lucho Bermúdez le agregó la cumbia. El patacumbia era como el tumbasón: un juego experimental de percusión.